Triple firma genética
En 2054, Menissa Balong y Bendoo Ranguisaran desarrollaron el primer prototipo de un sistema de bloqueo por triple firma genética para dispositivos ISI integrados dentro del cuerpo humano. Voz, sangre y patrones eléctricos del sistema nervioso se convierten en la firma combinada más segura y de uso más extendido.
Los Pactos de la Privacidad en 2065 y el Acta Magna de Recuperación de la Privacidad Individual en 2066 convierten en obligatorio el uso de esta triple firma genética para salvaguardar la privacidad de todos los ciudadanos y sus ISI. Una nueva era de comportamiento social, especialmente en el uso de tecnologías como GAIA, nace de estos acuerdos.
Un ejemplo es grabar y tomar fotografías en público y, en especial, en lugares cerrados, lo cual es considerado una costumbre desfasada y extremadamente maleducada de la primera mitad del siglo. Pueden llegar a ser distinguidos como delitos contra los principios aprobados en el Acta Magna de Recuperación de la Privacidad Individual.
Extracto de la novela:
«Kara, hay un dispositivo con clave de triple firma genética dentro de la boca. Solicita que te identifiques para descargar un mensaje», me sobresalta Lorri al oído interno mientras veo a Lun‑Fla saliendo del pabellón.
Me meto un dedo y araño una encía hasta causarme una pequeña herida. La sangre ha tenido que alcanzar el dispositivo.
—Hola, me llamo Kara —digo bajito y agachando la cabeza.
«Lorri, el patrón del sistema nervioso es cosa tuya. Firma el dispositivo».